De bípedo a cuadrúpedo

 

Aquí estoy en febrero de este año, con el Fitz Roy de fondo, apoyado en un bastón de trekking prestado para no caerme por la fuerza del viento que había. 

Mi amigo trekker me recomendó llevar dos bastones de estos para facilitar la marcha en las subidas y bajadas del Camino Primitivo. Disponer de cuatro puntos de apoyo en lugar de dos será de gran ayuda en las trepadas y especialmente en los descensos, ya que protegerá mis articulaciones, en particular de las rodillas que son mi punto débil.

Gracias a videos en YouTube supe cómo regular el largo de los bastones, cómo usarlos en terreno llano, en las subidas y en las bajadas. Pero en mi preparación para mi próxima peregrinación dejé hasta la semana pasada incorporar los bastones a mis caminatas de entrenamiento bajo la creencia que sería muy fácil. Error, representó un proceso deliberado de aprendizaje para lograr la coordinación requerida entre brazos y piernas. 

Al principio, preocupado por perder velocidad de marcha mi andar era dislocado, a veces caminando como camello apoyando al tiempo pie y brazo del mismo lado, o salteando algunos pasos antes de apoyar los bastones. Tuve que bajar la marcha y aprender a pisar y bracear conscientemente hasta lograr la coordinación deseada de apoyar a la vez cada pie con el bastón del brazo opuesto. 

Ahora estoy contento porque después de dos días de práctica logré la coordinación buscada y pude retomar mi velocidad de marcha que tenía cuando caminaba sin bastones. Me siento confiado de poder caminar sin tener que pensar en cómo coordino mis brazos y piernas.

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